En las profundas selvas del Yucatán, donde la niebla se enreda entre las ramas y los ecos del pasado resuenan, se cuenta la leyenda de La Llorona, una figura fantasmal que ha atormentado a los pueblos mayas durante generaciones.

Según la tradición, La Llorona era una hermosa mujer llamada María, cuyo corazón se llenó de amargura y desesperación cuando su esposo la abandonó. En un arrebato de locura, ahogó a sus propios hijos en el río, y desde entonces vaga por las noches, llorando desconsoladamente y buscando a sus pequeños.

Se dice que su llanto desgarrador puede escucharse a lo largo de los caminos solitarios, y que aquellos que tienen la desgracia de cruzarse con ella, quedan malditos para siempre. Los ancianos del pueblo advierten a los niños que se mantengan alejados de las orillas de los ríos, pues La Llorona podría arrastrarlos a las profundidades, condenándolos a compartir su eterno sufrimiento.

Algunos aseguran haber visto su silueta fantasmal, vestida de blanco, con el cabello suelto y los ojos hundidos en un mar de lágrimas. Otros juran haber escuchado su llanto desgarrador, que parece provenir de todas partes y de ninguna a la vez.

La leyenda de La Llorona se ha convertido en parte integral de la cultura maya, un recordatorio del poder de la desesperación y la tragedia que puede consumir el alma humana. Quienes se aventuran a explorar los misterios de esta leyenda, se encuentran con una historia que trasciende el tiempo y el espacio, una historia que se entreteje con las raíces más profundas de este pueblo ancestral.