Ya eres custodio de
Zazil Tunich
Pasos para sembrar tu ceiba
Saca tu ceiba del frasco con amor
Al llegar a casa, busca un lugar tranquilo y luminoso para realizar este pequeño ritual. Abre con cuidado el frasco de vidrio y observa el brote que llevas contigo: es vida naciente, símbolo del renacer y la conexión con la tierra. Con manos limpias, extrae suavemente la plántula, procurando no dañar sus raíces ni romper el tallo. Si la raíz está enredada o muy húmeda, puedes enjuagarla con agua natural y dejarla reposar unos minutos en sombra antes de plantarla. Este momento es ideal para agradecer y conectar con la energía que recibiste en Zazil Tunich.
Elige su nuevo hogar
Tu ceiba necesita un espacio que la acompañe en su crecimiento. Puede ser una maceta mediana de barro o material natural con buen drenaje, o un espacio especial en tu jardín que reciba luz solar indirecta durante parte del día. Evita sitios con viento fuerte o sombra total. Asegúrate de que la tierra sea rica y suelta; si es posible, añade un poco de composta orgánica o tierra de hoja. Recuerda: este lugar será su primer hogar, su ancla con tu energía y con la del mundo.
Plántala con intención
Con una herramienta pequeña o tus propias manos, haz un hoyo de aproximadamente 2 a 3 centímetros de profundidad. Coloca la raíz de la ceiba con mucho cuidado, permitiendo que se acomode naturalmente. Cubre con tierra sin presionar demasiado; la planta debe sentirse libre, pero segura. Al hacerlo, puedes cerrar los ojos y visualizar un deseo, una intención o una promesa. Este acto es más que un paso técnico: es un momento espiritual. Estás sembrando vida, legado y esperanza.
Riégala con respeto
Después de plantarla, dale su primer riego. Utiliza agua limpia y viértela lentamente hasta que la tierra se vea húmeda, no empapada. Evita usar agua con cloro si es posible. En los primeros días, riega cada 2 a 3 días, o cuando notes la tierra seca al tacto. Observa cómo responde la plántula: si sus hojas se ven firmes y su color es vibrante, vas bien. Este paso simboliza el cuidado cotidiano, ese pequeño gesto constante que mantiene viva cualquier relación.
Cuídala, como cuidas tus sueños
Tu ceiba crecerá poco a poco, como crecen los sueños verdaderos. Protégela de las inclemencias, dale luz, y háblale si así lo sientes. Puedes cambiarla a una maceta más grande cuando crezca, o llevarla al suelo directo cuando sus raíces estén fuertes. Es un árbol sagrado, símbolo del equilibrio entre el cielo, la tierra y el inframundo en la cosmovisión maya. Al cuidarlo, no solo estás cultivando naturaleza, sino fortaleciendo un vínculo espiritual con tus raíces y el universo.
Pasos para sembrar tu ceiba
Saca tu ceiba del frasco con amor
Al llegar a casa, busca un lugar tranquilo y luminoso para realizar este pequeño ritual. Abre con cuidado el frasco de vidrio y observa el brote que llevas contigo: es vida naciente, símbolo del renacer y la conexión con la tierra. Con manos limpias, extrae suavemente la plántula, procurando no dañar sus raíces ni romper el tallo. Si la raíz está enredada o muy húmeda, puedes enjuagarla con agua natural y dejarla reposar unos minutos en sombra antes de plantarla. Este momento es ideal para agradecer y conectar con la energía que recibiste en Zazil Tunich.
Elige su nuevo hogar
Tu ceiba necesita un espacio que la acompañe en su crecimiento. Puede ser una maceta mediana de barro o material natural con buen drenaje, o un espacio especial en tu jardín que reciba luz solar indirecta durante parte del día. Evita sitios con viento fuerte o sombra total. Asegúrate de que la tierra sea rica y suelta; si es posible, añade un poco de composta orgánica o tierra de hoja. Recuerda: este lugar será su primer hogar, su ancla con tu energía y con la del mundo.
Plántala con intención
Con una herramienta pequeña o tus propias manos, haz un hoyo de aproximadamente 2 a 3 centímetros de profundidad. Coloca la raíz de la ceiba con mucho cuidado, permitiendo que se acomode naturalmente. Cubre con tierra sin presionar demasiado; la planta debe sentirse libre, pero segura. Al hacerlo, puedes cerrar los ojos y visualizar un deseo, una intención o una promesa. Este acto es más que un paso técnico: es un momento espiritual. Estás sembrando vida, legado y esperanza.
Riégala con respeto
Después de plantarla, dale su primer riego. Utiliza agua limpia y viértela lentamente hasta que la tierra se vea húmeda, no empapada. Evita usar agua con cloro si es posible. En los primeros días, riega cada 2 a 3 días, o cuando notes la tierra seca al tacto. Observa cómo responde la plántula: si sus hojas se ven firmes y su color es vibrante, vas bien. Este paso simboliza el cuidado cotidiano, ese pequeño gesto constante que mantiene viva cualquier relación.
Cuídala, como cuidas tus sueños
Tu ceiba crecerá poco a poco, como crecen los sueños verdaderos. Protégela de las inclemencias, dale luz, y háblale si así lo sientes. Puedes cambiarla a una maceta más grande cuando crezca, o llevarla al suelo directo cuando sus raíces estén fuertes. Es un árbol sagrado, símbolo del equilibrio entre el cielo, la tierra y el inframundo en la cosmovisión maya. Al cuidarlo, no solo estás cultivando naturaleza, sino fortaleciendo un vínculo espiritual con tus raíces y el universo.
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